La promoción llegó



Por Pablo Provitilo (desde Buenos Aires, Argentina)


Instaurada hace 11 años, la promoción para mantener o subir de categoría ha generado, conforme el paso de los años, comprensible dramatismo, tensión extrema, fobias de las más diversas y oportunidades inesperadas para el océano de clubes que militan en el ascenso. Dicho sin vueltas: la promoción es un castigo o un premio, depende de la lente con que se mire y de las propias fuerzas con la que cuentan los involucrados para enfrentar, nada menos, la concreta e irredimible posibilidad de superarla o descender. El itinerario hasta aquí marca predominio de los clubes de Primera (15 veces sostuvieron su permanencia en Primera contra 7 de los que ascendieron por esa vía), si bien la tendencia no es un indicador confiable dado que muchos de los 7 ganadores de la B Nacional edificaron triunfos de encomiable magnitud, asentados más en los nervios y las ansiedades de sus adversarios que en virtudes propias. Lo cual no invalida, bajo ningún aspecto, los méritos de los equipos de la B Nacional, todos ellos arribados a la promo tras un largo recorrido para asegurar su chance y sortear un segundo escollo no menos complejo: la ventaja deportiva que favorece a los clubes de Primera.



Los antecedentes de esta instancia definitoria, por tanto, suponen considerar las dificultades que presenta y sus perspectivas, mucho más en esta edición donde River asoma como posible candidato a disputarla, con la deshonra que implica y la inexperiencia de encontrarse en un lugar inédito en el cual lleva todas las de perder a raíz de sus pergaminos en juego, entre los cuales figura -nada menos- ser la referencia primera del fútbol argentino junto con Boca. De consumarse su participación en la promoción, será el segundo club de los denominados grandes en la promoción, luego de la experiencia de Racing, en 2008. Pero los casos difieren no solo porque el cuadro de Avellaneda ya acumulaba un descenso y una decadencia institucional de dos décadas, sino también por la resignación que campea en River, muy diferente del temple que mostraba el equipo dirigido por Juan José Llop  liderado en la cancha por Facundo Sava. Basta decodificar cada frase de su entrenador y el plantel, o adentrarse en la mirada triste de sus hinchas, absortos y maldiciendo al mundo por soportar el mayor desengaño futbolero de su historia. Parece tarde o inútil buscar las causas, el origen del mal, cuando desde hace tiempo en distintos medios (sitios web, programa de radio, blogs) no considerados por la prensa hegemónica, se puntualizaron errores, componendas, despertenencias múltiples cuyas consecuencias eran cantadas. Este mismo sitio, y aunque suene a autobombo, lo marcó reiteradas veces (http://tresporelpozo.blogspot.com/2008/11/nadie-nada-nunca.html). No obstante River construyó un periodismo sumiso y rentado, gustoso de ser la oposición funcional del Boca de Macri, y bálsamo de la dirigencia más ruin de su historia. Esa que negó la participación genuina en la vida política del club, alejó a los hinchas y alambicó con barras bravas su lugar para conservar la capacidad de daño. El silencio, no haber denunciado nada ni haber esbozado  una mínima autocrítica, a la larga se paga de este modo y sería sensato, un verdadero acto de justicia, que en River desembarque otro periodismo. Más informado, más riguroso y, sobre todo, más honesto. Se trata de un aspecto importante para consignar el declive de River, estéril como se dijo a esta altura, pero imposible de soslayarlo. Por lo demás, quizás es momento de pensar en el rival del cuadro millonario o del que finalmente dispute la promoción. 


Y la probabilidad mayor indica que será Belgrano de Córdoba, tradicional club de esa provincia, el contendiente que buscará saltar a Primera tras una gran campaña en la B Nacional, especialmente tras la asunción de Ricardo Zielinsky como entrenador. Un club que llega entonado por varias razones: los números de una gran campaña expresada en su alto puntaje, el poder ofensivo (es el segundo más goleador detrás del campeón Rafaela) y la escasez de derrotas (apenas 8, Unión lleva 13); sazonado con el protagonismo del  presidente de Córdoba Celeste, Armando Pérez, quien ordenó las finanzas y promete suculentos premios; y por el estímulo anímico que implica quedar en la historia grande del fútbol argentino. Porque Belgrano, la provincia de Córdoba entera, quedarán en todas las memorias de este país en caso confirmarse como el primer club en mandar a River a la B. Con jugadores experimentados, el ánimo por las nubes y la tranquilizadora sensación de no tener absolutamente nada para perder, el favoritismo parece estar de su lado si la serie es con River, tal como aseguró Mariano Campodónico semanas pasadas.

También lo avala una historia reciente dado que esta es la 6ª promoción que juega Belgrano, con un resumen hasta aquí de 3 resultados positivos y 2 negativos, y lo exige, además, una provincia futbolera que quedó sin representantes desde hace 4 años, justamente cuando descendió el cuadro Celeste. De cualquier manera, y de no ser el cuadro Pirata para River o los otros, el segundo posible representante de la promoción no es menos complicado. San Martín de San Juan, un club que en septiembre cumplirá 104 años, parece dispuesto a retornar a la A apoyado por un gobierno provincial que pretende consolidar de una buena vez la plaza que aseguró Mendoza con Godoy Cruz, responsable en gran medida de armar equipos fuertes como este que comenzó dirigiendo Darío Franco y ahora comanda Daniel Garnero. Todavía con chances de ascender en forma directa, los sanjuaninos no tienen experiencia en estas instancias (nunca jugaron la promoción en ninguna categoría, ni para ascender ni para evitar el descenso), si bien lleva varios años en la B Nacional -ascendió en 1995- y computa dos participaciones en Primera: Nacional 1970 y temporada 2007/2008, en este último caso luego de ganarle una final a Huracán 3 a 1, con un demencial arbitraje de Daniel Giménez, quien favoreció al cuadro verde y negro con decisiones insólitas.


Como fuera, los rivales que enfrentarán a los equipos de Primera parecen llegar mejor en el aspecto psicológico, y acaso el futbolístico, que sus rivales, algo fundamental en este tipo de duelos cargados de sufrimiento y citas con el orgullo. Cualquiera sea el bendecido o castigado con disputar la promoción (hay 8 equipos involucrados) seguramente habrá tomado nota de que si se le teme es peor, y si se la subestima, un suicidio. Aunque el descenso, en caso de decretarse tras dos finales, en realidad se habría consumado antes. Por negligencias propias no atendidas según su fulminante conmoción o, simplemente, por algún oscuro designio de la historia.

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