El vuelo del Ángel


Por Cthulhu.




Un ángel que cayó en Madrid, decidió volar hacia Gelsenkirchen, Alemania. El propósito era devolverse esa alegría que había perdido en la capital española. Tras 15 temporadas, 740 partidos y más de 230 goles en su antigua casa, arribó a un equipo llamado Schalke 04.

Dicho sea de paso, este ángel cuyo nombre es Raúl González Blanco no tuvo una despedida espectacular, no fue ensalzado hasta la estratósfera, nada de eso. Sus ganas de seguir jugando al fútbol no le permitieron pasar al retiro, lejos de eso el ariete lo que buscó fue un lugar donde pudiera seguir encontrando en la red a su mejor aliado.

Ni bien pisó el césped de la tierra teutona se encontró con una realidad distinta a las vividas en aquellas épocas donde agitaba sus alas en el Bernabéu.  El desafío era grande, pues su equipo comenzó con serios problemas en cuanto al promedio en la Bundesliga. Sin embargo, su gran capacidad goleadora sirvió para sacar adelante a un Schalke que hoy está en las semifinales de la Champions League. El fútbol es un deporte agradecido.

Raúl no es un típico 9 de metro noventa, con una condición física favorable para ir choque con el rival, creo que en una mecha hasta Chiroque se lo baja (?). Tampoco posee una velocidad desorbitante. No obstante, tiene una inteligencia potenciada en su sapiencia y talento. Es netamente zurdo, no usa su derecha ni para bajar de la Covida (?), pero eso no representa una limitación, tiene los suficientes recursos para sacar jugadas de la galera. Si tuviera un sombrero, te saca conejos a montones.

Raúl entiende el fútbol y el fútbol lo entiende a él más que ningún otro delantero. Entra y sale del área cuando es conveniente, toca y hace jugar a su equipo, sabe encontrar un rebote, sabe romper con las defensas, no sabe lo que es hacer una de más. Tiene el carácter de un cura, bueh no tanto así, pero le sobra competitividad.

Los contragolpes del Schalke sirven, principalmente, para verlo a Raúl tejer esa jugada y apuntarlo en el manual. Como diría Fernando Pacini es como un viejo periodista con oficio, no aspira a la primicia, sino a una buena historia”.