El efecto Pizarro

Por Otro Gato

El único Pizarro bueno (?)

Por estos días Claudio Pizarro se ha convertido en la persona menos querida del país, por encima de entrañables personajes (?) como Burga, Laura Bozzo, Alán García, Abimael Guzmán y hasta Andrés Mendoza después de fallarse una jugada de gol ante Ecuador. Su nivel de impopularidad ha sobrepasado los límites. Lo bueno es que en este país existen pintorescos personajes que ya se encargarán de relegar a Pizarro en un corto plazo, pero ese es otro tema. 

El penal fallado en el último partido ante Argentina ha desatado el odio desenfrenado del hincha común peruano hacia Pizarro. Y es que ese penal no solo nos costó una probable victoria, sino que desmejoró, aun más, la ya mermada imagen del delantero. Y es que si ya cargaba con el antecedente de no meter goles, fallarlos ha terminado por sentenciarlo al odio casi perpetuo de la afición. Hoy es víctima de ciberbullying de los siempre vagos creativos hinchas peruanos. 

La magia de los vagos la gente

Pero para hacer un análisis más objetivo sobre Claudio, es elemental despojarnos de todas nuestras preferencias y prejuicios. Bajo esa premisa, es importante dejar de lado cualquier predilección por el equipo del cual Pizarro es hincha, en este caso Alianza Lima. Pero también es vital que el hincha del equipo rival, la U, olvide esa situación. 

Es imprescindible también dejar de lado cualquier tipo de odio racial, porque seamos buenos (?), el prototipo del hincha que odia a Pizarro, es aquel que es físicamente opuesto a él, tiene un poco de resentimiento social y en su mayoría es hincha de la U, ya que el aliancista en el fondo se lo tiene que bancar, lo cual genera también una opinión subjetiva. 

Partiendo de esos puntos, de Pizarro no vamos a hablar de su innegable calidad en Europa, sino de su rendimiento con la “selesión”. A sus 33 años, Claudio ha anotado 16 goles en 63 partidos, tres en cuatro eliminatorias, estadística lamentable, sobre todo cuando es desde hace años nuestro capitán y una de nuestras máximas figuras, no tanto por rendimiento, sino por nombre.

los únicos que fallan penales, son los que tienen huevos para patearlos

Con todo esto se puede entender el odio del común de la gente a Pizarro, más no es justificable. Existe un puñado de “hinchas” no futboleros, que entiende por fútbol a 11 cojudos enfrentándose a otros 11, corriendo detrás de una pelota y tratando de meterla en un arco, y naturalmente el único fundamento que tienen para sustentar su odio a Pizarro es su falta de gol. Existe otra camada de hinchas que odian a Pizarro, que entienden el fútbol, pero sus cabezas están llenas de los prejuicios párrafos arriba señalados. 

Si el partido contra Argentina lo hubiéramos ganado, importaría poco el penal fallado, no se hablaría tanto de Pizarro y hoy seguiría siendo el mismo tipo de poca popularidad que siempre ha sido, pero nada más. Así de poca cultura futbolera tiene la gente y así de oportunista es el “hincha” peruano. 

Pizarro es víctima de su propia fama. Es el futbolista peruano más exitoso en el extranjero, no cabe la menor duda. Por ello, el hincha común, lo mínimo que espera de Pizarro es que haga goles, lo cual está bien, pero no es lo único. Más allá de eso, su compromiso con la selección no se puede reprochar, el tipo corre, coopera, presiona, jode en términos futboleros, y eso es algo que el buen hincha debe saber reconocer. 

En fin, como ya se anticipó en el post anterior, no es responsabilidad de nadie tratar de limpiar la imagen de Pizarro, ni de Markarián, ni de sus compañeros, ni de la prensa amiguista, ni del hincha ni mucho menos de los giles de PDD (?). Es Pizarro el único responsable de limpiar su imagen, a base de lo que la gente le pide, goles. Y el marco coyuntural para ello está dado. Quedan algunas fechas de eliminatorias, que sin duda serán sus últimas, para que se ponga el equipo al hombro y el mismo limpie su nombre y a la vez lo engrandezca. De él mismo depende, de lo contrario será recordado como el futbolista peruano más exitoso en el extranjero, pero el menos querido en su país.